jueves, 1 de septiembre de 2016

Japón remará a contracorriente

Asia afronta la última ronda de su proceso clasificatorio a Rusia 2018 con la aspiración de tener 5 representantes en una Copa del Mundo por primera vez en la historia. El requisito es que el representante que salga de una eliminatoria entre los dos terceros de sendos grupos elimine al cuarto del grupo final de la CONCACAF. A priori, la mejor candidatura la presenta el grupo B, que reúne a tres semifinalistas de la última Copa Asia: Australia, Irak y Emiratos Árabes Unidos. También está Arabia Saudí, que acabó primera e invicta en el grupo de la anterior ronda que compartió con EAU, a quien derrotó en Yeda. Otra participante es Tailandia, con quien Irak no pudo en la segunda ronda clasificatoria, ni en los enfrentamientos directos ni en el cómputo global del grupo. Por último, Japón, quien ha asistido a los últimos cinco Mundiales y ha dominado la Copa Asia en las últimas dos décadas, pero en la última firmó su peor resultado desde 1996, en los últimos tiempos atraviesa por inestabilidad en el banquillo y es acechada por las dudas que revolotean alrededor, dispuestas a atormentar en cualquier tropiezo. La derrota en Saitama contra uno de los rivales más potentes siembra el nerviosismo desde la primera jornada.

La disposición inicial de Japón fue óptima. Pero la movilidad creativa de Honda, la fluidez por el pase de Oshima, el gol... todo se disipó con el empate de Ahmed Khalil mediante un disparo de falta en el que Nishikawa debía haber hecho más. No fue circunstancial, porque la vulnerabilidad nipona en defensa era manifiesta. Sin estructura equilibrada tras perder el balón, lo pasaba mal corriendo hacia detrás para perseguir a los dos adversarios más adelantados, Ahmed Khalil y Ali Ahmed Mabkhout. Lo único que parecía permanecer en Japón fue la lucidez de Kiyotake, pero la estéril posesión del conjunto lo opacó todo durante la mayor parte del tiempo. Cabe apuntar que el bloque de Mahdi Ali se colocó mejor, elevó la intensidad, disminuyó el espacio entre las líneas, acudió mejor a las ayudas y tuvo a Khamis Ismail auxiliando de un lado a otro de la medular. Pero la propuesta del equipo de Halilhodžić para desmontar ese entramado defensivo dejaba mucho que desear. Una circulación lenta, plagada de indecisión, sin cambios de orientación, pensando en exceso cada toque porque no se ocurría ninguna solución. A menudo, esto concluía con un pase fácil pero mal ejecutado y de incómoda recepción. Endo hacía pesada la base de la jugada, Okazaki no entraba en juego, no se aprovechaba la altura de los laterales. Mahdi Ali completó su solidez dando entrada a Walid Abbas por Abdulaziz Sanqour para cambiar de lateral izquierdo. En sentido contrario, Omar Abdulrahman aumentaba los problemas para los locales. La estrella de Al Ain partía de la banda derecha, pero en cuanto su selección tenía el balón, inmediatamente estaba a la vista, normalmente por el carril central, y con una línea de pase de por medio para recibir y, gracias a su extraordinario zurda, continuar y mejorar el ataque. Si el panorama era propicio, un pase de Omar podía crear una jugada. 


El segundo giro en la conducta japonesa lo dio el segundo gol de Ahmed Khalil. Entonces, Japón, presa de la exigencia, no tuvo más remedio que acelerar el ritmo. Lo hizo por la banda y especialmente por la izquierda, donde confluían varios factores: el compromiso intermitente de Omar, que se incrustaba en la línea de centrocampistas pero no solía seguir al lateral, Gotoku Sakai, más fino que Hiroki, el otro lateral, y además ingresó Takashi Usami, enérgico y proponiendo paredes. El plan japonés se basaba en profundizar por fuera y centrar para rematar en el área o ganar el rebote en la frontal. Era simple pero a Emiratos le incomodaba y su portero, Khalid Essa, teñía el aire de inseguridad con saltos aleatorios y guantes resbaladizos. Mahdi Ali aplacó la acometida por ese costado colocando en el extremo un jugador de mayor sacrificio defensivo, Mohammed Fawzi. Además, le permitió a Omar Abdulrahman, su imán con balón, dedicarse exclusivamente a atrapar el esférico, pausar y agarrar algún socio, con preferencia por Amer Abdulrahman, para que su equipo cogiera aliento. Vuelve a demostrar que no sólo rebosa calidad, sino también lidera en diferentes escenarios. Japón fue forzada a inclinar su ataque a la banda derecha, aunque implicara obligar a Honda a quedarse abierto centrando a pierna cambiada. Más allá de intentos individuales, no había mucha opción diferente para plantearse. En parte porque Kagawa completó un partido decepcionante sin asomarse entre líneas más que en unos pocos chispazos, constatando de nuevo que no desprende la magia de la época en que conoció a Tuchel. Sin embargo, como ya se ha señalado, Emiratos lo pasaba mal en este escenario. Pero resistió aferrándose a otro jugador de Al Ain, Ismail Ahmed. El central se elevaba por encima de todos como la única torre de defensa en el área. Así murió el partido, con Japón desesperada y lineal, Ismail Ahmed negando la caída y la tradicional falta de pegada, que también fue clave.

Hay 9 jornadas y 12 meses de travesía por delante, pero a Japón ya se le presenta a contracorriente, pues comienza 3 puntos por detrás de Australia y Emiratos Árabes Unidos, los adversarios más fuertes. Quedarse con el reto de ser la responsable de que vayan 5 asiáticas a la Copa del Mundo no debería plantearse. Para reconducir la situación, el martes llega la primera oportunidad con el viaje a Bangkok y el duelo directo en Abu Dabi entre EAU y Australia. Los jugadores necesitarán una inyección de confianza, pero también un lavado de cara desde el banquillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario