miércoles, 10 de diciembre de 2014

También lejos de St. Jakob-Park

Torsten Fink eliminó al Manchester United de la Champions League y le ganó al Bayern subcampeón de Europa y pre-triplete. Murat Yakin elminó de Europa League al Tottenham de Bale y Villas-Boas y le ganó dos duelos al nuevo Chelsea de Mourinho, incluido el de Stamford Bridge. Paulo Sousa ha dejado al Liverpool en el camino, haciéndose con el billete que quedaba para los octavos de final. Da igual que ya no estén Shaqiri, Xhaka (el pequeño), Stocker o Yann Sommer. El FC Basel sigue emocionándonos cada temporada con conquistas que podrían parecer hazañas pero que deberían de dejar de sorprendernos. Porque el Basel ya no debería ser un desconocido, ya no debería ser tanta sorpresa que dejara a un rival de mayores condiciones y posibilidades eliminado, sobre todo si es inglés. Además, esta vez, al contrario que otras machadas como la del Tottenham o la del Manchester United, lo cerró en territorio rival.

Desde el principió se vio un Basel que tenía las cosas claras. Mucho más intenso, a morder, marcas cercanas en la salida, presión, impedir líneas de pase a los que iniciaban el ataque del Liverpool desde atrás. Y ser verticales. El Basel robaba y salía con descaro, le imprimía ritmo al partido, batía líneas con carrera o pase y llegaba con facilidad a las cercanías de Simon Mignolet. Un ritmo que no encontraba el Liverpool, un conjunto de Bredan Rodgers sin la capacidad de superar esas líneas, de combinar con velocidad, y las combinaciones eran horizontales, lentas. El Basel encontraba espacios para un juego más directo. Xhaka profundizaba más por la derecha que Safari por la izquierda, tal vez pendiente de no perder la posición por la posible amenaza de Sterling. También partía de la banda derecha Derlis González, aunque según avanzaba la derecha tendía a ir hacia dentro. Por el secto izquierdo dieron profundidad Ghasi, también hacia posiciones más interiores, donde en ocasiones de asoció con Luca Zuffi, el que más grata sorpresa me dejó por combinar mi desconocimiento sobre el jugador con su gran actuación. Luca Zuffi jugó como interior izquierdo, pero descolgándose más que el derecho, con movimientos más verticales, pues dejaba muestras de su dinamismo pero lo combinaba con la habilidad de su pierna zurda para dar pases profundos, precisos, para romper líneas y generar ocasiones. Sin duda fue de los destacados. Ocasiones tuvo Marco Streller, presente en todo este glorioso ciclo del club, pero que en  esta noche europea le falte el acierto para finalizar las jugadas. Sin duda fue de los destacados. El interior derecho fue El Nenny, más cerca de Fabian Frei. Fabian Frei es un jugador que a mí me gusta bastante, lo conocí en el primero de estos Basel que empezó a sonar con fuerza, cuando aún estaban Shaqiri y Xhaka, y lo descubrí como jugador de tres cuartos de campo. El año pasado lo llegué a ver hasta como central medio cuando Murat Yakin juntaba a tres atrás. Y ahora dirige desde el mediocentro, siendo el jugador más posicional de los centrocampistas, pero con visión de juego y permitiéndose el lujo de llegar en alguna ocasión. Como hizo ya pasado el ecuador de la primera mitad para conectar un genial de disparo y poner el 0-1 que había merecido el combinado suizo.

Planteaminetos iniciales

Con el marcador desfavorable, el Liverpool fue sumando en posesión pero sin hazarlo en profundidad. Incapaz de filtrar pases para que alguno de sus hombres recibiera en la mediapunta, donde Gerrard no encontró espacio. Leiva y Allen, incómodos. Sterling alguna vez se acercó a ellos pero sin encontrar soluciones. Esperaba cuando vi la alineación que no sorprendiera el planteamiento -porque se preveía un rombo-, pero ocurrió lo que temía: Jordan Henderson volvió a la banda. Escorado en el costado izquierdo su apurtación fue casi nula, y es que es en zonas exteriores donde pasó sus peores y discutidos momentos en Anfield. En ese lado, José Enrique tampoco daba profundidad, bastante tenía ya con vigilar a Xhaka y a Derlis González. Y Lambert pasó casi desapercibido. Apenas se le vio entrar en juego, desasistido, desconectado. Schär y Suchý estuvieron atentísimos, rápidos, fueron lo opuesto al delantero inglés. Sobre todo el suizo, cuyo estado de motivación le llevó a atreverse con alguna conducción proyectándose hacia campo contrario. Los visitantes fueron desplegándose menos, pero con mejores sensaciones y lo único que se les puede achacar fue no haber ampliado la ventaja.

Planteamientos al comienzo de la segunda parte

Cuesta entender que necesites dos goles y quites a tu único delantero centro. Vale que Lambert no había tenido incidencia en el juego, pero es previsible que por empuje propio o desgaste del contrario vayas ganando metros y acabes rondando al área. Así fue, el Liverpool siguió con el mismo juego pobre, pero ya partía más habitualmente desde tres cuartos de campo, y ya tiene más opciones de colgar balones o surtir de oportunidades a tu delantero. Pero si tu referencia es Sterling es complicado, porque, para empezar, no es una referencia. La otra variación fue cambiar de lateral izquierdo, pero Alberto Moreno no tuvo el impacto que habría deseado Rodgers. Marković fue expulsado y esto sólo empeoraba las cosas. Rodgers eligió devolver a Sterling a la banda y dejar a Gerrard y nadie más arriba.

Planteamientos tras la expulsión

El Liverpool no mejoraba y el Basel dejaba alguna proyección en ataque, ya con menos efectivos. Pero algún detalle de Zuffi, alguna subida de Xhaka, apariciones de los de arriba. Poco duró el nuevo planteamiento del Liverpool. Sin modificaciones desde el banquillo, Rodgers cambió el sistema sobre el minuto 70: una especie de 3-4-2 con Johnson incrustado en el trío defensivo, Henderson sin dejar la parte exterior, esta vez para ser carrilero por la derecha, pero acababa siendo prácticamente un interior. Arriba, lo que había: Gerrard y Sterling. Porque no había más, no quedaban delanteros.



Ni siqueira aparecía el empuje que pudiera hacer temblar al Basel. No había señales de arreón final que indicara remontada. Sólo espoleados por un gol de Gerrard que hizo creer una noche como la del Olympiakos en 2004 se lo creyó el Liverpool y se volcó. Pero acabó siendo más St. Jakob-Park en 2002. Lucas Leiva dejó sitio a Coutinho en el único cambio ofensivo del técnico norirlandés. Paulo Sousa tocó lo mínimo. Entro Marcelo Díaz para ayudar en el medio y Embolo para aportar frescura arriba, dejando alguna carrera, y es que el Basel contrarrestó el impulso final del Liverpool con unos pocos contraataques. El último fue la entrada del veteranísimo Walter Samuel para acumular otro defensa más atrás y cerrar la puerta. Pero el Liverpool no tenía delantero centro, no había nada con olfato goleador para enganchar algún balón suelto, para colgarle balones y que los rematara o los bajara para servírselo a algún compañero. Al final el Liverpool no consiguió solucionar un partido muy pobre y una fase de grupos deficiente en 10 minutos de fútbol y llegadas por carácter y verse ya en plena caída. El FC Basel, sin embargo, nos dio motivos una noche europea más para sentarnos de nuevo en los tavos de final y volver a disfrutarlos sin negarles opción.