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lunes, 26 de septiembre de 2016

Tuchel construye con velocidad

Una de las virtudes de Thomas Tuchel es su habilidad para que su trabajo surta efecto muy pronto, tanto en el juego como en los resultados. Puede sorprender por tratarse de un entrenador con ideas complejas. En estos casos normalmente se solicita tiempo para que los futbolistas asimilen los nuevos conceptos, pero Tuchel los convence enseguida. En su estreno en la Bundesliga, tras seis jornadas tenía al recién ascendido Mainz en la quinta posición. En Dortmund aterrizó con el propósito de renovar el estilo de juego y la confianza de un grupo alicaído durante meses, y lo plasmó de inmediato sobre el césped y en los videomarcadores. Este verano perdió a los tres pilares esenciales de los sistemas que edificó en el primer año de proyecto, pero pese a tener un vestuario muy transformado y con varios jugadores aún en etapas primarias de su formación, a 26 de septiembre Tuchel ya ha instalado las bases de su modelo y ha pasado la primera capa de pintura.


Es pronto para calibrar en qué punto está el conjunto alemán para competir frente a la primera clase europea porque no lleva ni un mes cuajándose. La primera decisión de Tuchel fue priorizar a los futbolistas que habían completado la mayoría de la pretemporada con la intención de no dejar escapar puntos mientras reconstruía. Después de la primera Fecha FIFA y el fallido pistoletazo de salida en el viaje a Leipzig fue cuando pudimos ver las primeras pistas sobre el modelo nuevo. Las pretensiones del técnico de Krumbach son más parecidas a las de la primera vuelta de la 2015/16 que a las de la segunda. La posesión transcurre en una búsqueda permanente, por momentos apresurada, de la verticalidad. Un carácter casi frenético en el último tercio que proporciona un elevado ratio de ocasiones creadas por tiempo de posesión. Producir lo máximo posible para alcanzar la disposición de batir a cualquier rival en el día a día de la Bundesliga desde ya.

El hallazgo de la anterior temporada por parte de la directiva y el entrenador fue Julian Weigl. La actual se presentaba como una de crecimiento. Lógico por su edad e incitado porque Gündoğan se ha ido de su lado. Tuchel, en lugar de arroparle con otros centrocampistas, ha dispuesto un 4-1-4-1 bastante definido. Le ha alejado a los interiores, que buscan más la espalda de los centrocampistas rivales que el apoyo próximo a la base (1). Se entiende que el número de pases de Weigl haya descendido ligeramente. 

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¿Entonces? Sus apoyos están siendo los centrales. Esté o no tapado el mediocentro, asumen el esférico para alimentar a laterales, interiores o volantes sin necesidad de un puente (2). Y eso que se ha ido Hummels. Bartra ha encajado perfectamente en el puzle. Su adecuación en la propuesta ha sido inmejorable, desde garantizar una salida limpia a crear ocasiones con un solo pase. Sokratis tiene ahora más responsabilidad para iniciar el juego pero no desentona, mantiene un alto porcentaje de acierto e incluso amenaza con envíos verticales cuando la situación destapa más espacios de los habituales. Bartra se lesionó y Tuchel le ha puesto a Ginter el traje ya tradicional de su central izquierdo. Sin la extraordinaria técnica de Bartra, pero con suficiente pie para asegurar el pase. En dos años en Dortmund no había transmitido confianza ni evolución como central, pero es justo señalar que acaba de firmar su mejor partido tras tres encuentros de continuidad casi ininterrumpida. Bordó su papel en la confección de las jugadas, atreviéndose a romper más de una línea con sus pases, anticipando salir jugando tras el robo. Los datos corroboran esta importancia de los centrales. Contra el Freiburg, pese a que Weigl (78/86) dio menos pases que Ginter (80/96) y sólo 5 más que Sokratis (73/82), el BVB creó 16 ocasiones y disparó 24 veces.

(2)

Esto no debe confundir. Weigl rebosa jerarquía y es más imprescindible si cabe. La diferencia entre cuando está o no en el campo es significativa. Hasta le ponen vigilancia especial (3), pero él se las arregla para incidir positivamente: si no puede recibir, abre camino a los centrales; si interviene, ya sea porque gracias a su movilidad se deshace de la marca o como apoyo del ataque por detrás de la línea de balón, muestra clarividencia y está pletórico en la distribución. Ahora sus pases son más largos de media, pero no baja del 90% de acierto y localiza todo lo que se mueve entre líneas. Por ejemplo, Raphaël Guerreiro, la otra figura cuya irrupción ha coincidido con el funcionamiento del colectivo. Ha compartido carril central con Gonzalo Castro, que es mejor pisando la frontal para asistir y castigando espacios con desmarques que ''inventándolos'' contra bloques compactos. También con Götze, en línea ascendente mientras comprueba que su trato de balón aporta una pausa interesante y sirve de de nexo, pero todavía carece de ritmo para reflejarlo durante 90 minutos. Así que el portugués está brillando más que ninguno, y en todos los papeles que le asignan. Aunque de manera circunstancial Tuchel lo ha sujetado más, en general no está siendo eso. Despliega movimientos verticales, diagonales y horizontales con sensibilidad y para dotar de vitalidad y variantes a la banda preferida del Dortmund para gestar su fútbol, la izquierda. Activa a Schmelzer y se beneficia de él, nutre a Dembélé para que le llegue mucho balón, pero realmente abastece a cualquiera que esté en el campo. Su inspiración le ha valido hasta marcar 3 goles y asistir otros 3 en tan sólo 285 minutos.

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En las bandas, los laterales siguen auxiliando en salida pero este año han perdido peso en ataque. Schmelzer ya no es absolutamente determinante arriba y en la derecha Passlack ha destacado más que Piszczek en el apartado ofensivo. Otra explicación es que hay mucha gente en tres cuartos y volantes e interiores se reparten las bandas en ambos lados. Por fuera prefiere recibir el indiscutible Ousmane Dembélé. El juvenil ya protagoniza giros de guion durante los partidos y desmantela planteamientos defensivos. Realmente es una joya por pulir que demanda de Tuchel un trabajo metódico. Enamorado del uno contra uno, hasta ahora el único capaz de frenarlo ha sido él mismo. Siempre está presente pero combina aciertos con errores y malas decisiones. Le marca la irregularidad en el gesto técnico. La misma plasticidad que le hace un superdotado del regate es posiblemente causa de que llegue al final de las jugadas sin el equilibrio adecuado para medir bien el pase o el tiro porque todavía debe mejorar el control de su cuerpo. En cualquier caso, es tan bueno que devuelve al equipo tanto como recibe. El otro puesto ha tenido varios ocupantes por la lesión de Schürrle cuando tan bien estaba rindiendo. Pulisic jugó en Varsovia y contra el Darmstadt sus dos mejores partido en el Borussia Dortmund. Mezcla mejor con un interior como Götze, acostumbrado a posiciones exteriores, lo que permite movimientos cruzados, también reproducidos en el costado opuesto, para mayor fluidez y despiste de los adversarios. La conducción del estadounidense es más vertical que la de Mor, otro proyecto para que Tuchel eduque con esmero. Está integrándose en el equipo pero siempre la pide y agita. Hasta ahora en el texto no se ha mencionado a Pierre-Emerick Aubameyang. De intentar 20 pases por partido en la primera vuelta de la pasada campaña ha bajado a 16. Pero su figura tiene mucho valor en el sistema. Ante tal acumulación en tres cuartos de campo, el gabonés es el contrapunto necesario en forma de de rupturas. Aubameyang manifiesta una temporada más su capacidad de adaptación a lo que le pida el técnico y aprovecha lo que los demás generan para conservar una muy buena cantidad de goles y fallar otros tantos claros.

En un equipo en construcción el mencionado cariz ofensivo impone el peaje de exponerse en defensa. Pero no lo hace en la medida de agosto a diciembre de 2015, cuando más frágil fue. Ahora no pierde tanto el balón, menos en zonas desaconsejables y, a pesar del 4-1-4-1, queda mejor protegido porque se cuida de sujetar un lateral si el otro se prodiga en ataque. Todo esto es herencia de los meses de enero a mayo, cuando Tuchel imprimió un carácter más controlador a la posesión. Los números no mienten: 0'6 goles recibidos por partido frente a los 1'2 de la pasada primera vuelta entre Bundesliga y Europa League. Otro motivo es que Bürki está parando más. Promedia 4'5 paradas por cada gol que recibe (3'5 por partido), un salto considerable comparadas con las 2'29 por gol de su temporada de debut en Dortmund (2'22 por partido). No todas son perfectas ni desbaratan totalmente el peligro, pero el arquero suizo está mejorando. Siempre se presta con los pies a soportar presiones. Y está ganando en personalidad, lo que necesita el club de su portero para viajar por Europa. El BVB más endeble se vio en Wolfsburgo, donde se batió con el rival de mayor arsenal ofensivo hasta ahora, menos balón tuvo y menos lo usó para defenderse. Empezaba a defender muy arriba y con una actitud muy activa hasta la altura del central poseedor del balón (4). Esto conlleva riesgos con este esquema porque obliga a Weigl y los defensas a cubrir muchos metros. Aquella noche no opuso suficiente resistencia atrás y aguantó por un partidazo de Bürki.

(4)

Intentar acertar la alineación para recibir la visita del Madrid sería aventurado, especialmente porque varios futbolistas son duda. En primer lugar, ni sabemos cómo se repartirá la posesión. En Wolfsburgo, el Dortmund ya exhibió un poderío que asusta al contraataque mediante jugadores no sólo rápidos, sino también muy inteligentes explotando los espacios, tanto dibujando desmarques como impulsándolos con envíos precisos. Sin embargo, conociendo al técnico borusser, con una estructura defensiva todavía por estabilizar, y confirmada la baja de Casemiro, es probable que prefiera una alta cuota de balón, desgastar al grupo de Zidane mientras le esconde la pelota y testar su cohesión sin el brasileño. Para llevar acabo ese plan debe conceder menos pérdidas que la UD Las Palmas el sábado. De Weigl ya sabemos que no se acobarda ante las presiones, Guerreiro las combate con suficiencia por su protección del balón y su giro, pero la disponibilidad de Bartra sería un plus. De su presencia depende la formación de la defensa, aunque con Tuchel no hay que descartar mayores modificaciones como sería un defensa extra, lo que ya hizo la pasada primavera: tres centrales o dos laterales que entre ellos desempeñen funciones de central, lateral y extremo. Otra alternativa es Guerreiro en la banda, donde mantendría su producción en campo rival, perseguiría a Carvajal y podría echar una mano a la zona de Ginter y Schmelzer, que podría sufrir para contener a Bale. Si Schürrle está listo, jugará. Tiene la plena confianza de su entrenador, es un competidor que no escatima esfuerzo defensivo y asegura una llegada al área avalada por su gol. Una incógnita es si sacrificará a uno entre Dembélé, desequilibrante compulsivo pero un novato, o Götze, con mucha más experiencia en Champions pero cuyo fútbol actual promete menos certezas. No sabemos si se colará Castro, más aplicado en defensa, vertical en transiciones y cada vez mejor finalizador de jugadas. Otras opciones son Kagawa, Pulisic o Rode para equilibrar el equipo. Cabe recordar que en el primer gran cita del pasado curso Tuchel varió notablemente su propuesta -con Guardiola enfrente, eso sí-. Esta vez deberá decidir en función de estados físicos, prever el contexto táctico y ponderar el componente emocional de la Champions League, pues no olvidemos que hasta seis futbolistas debutaron en Varsovia, un simulacro comparado con jugar contra el Real Madrid en Europa.

lunes, 15 de agosto de 2016

El Dortmund debe esperar a Marco Reus

La enigmática lesión de Marco Reus, una más en el Borussia Dortmund, ha repercutido muy poco en el verano del club. Las actualizaciones sobre su evolución han sido escasas y poco esclarecedoras. La intrascendencia debería sorprender porque la salida de los tres pilares del primer Dortmund que construyó Tuchel le ha consolidado no sólo como la estrella deportiva, sino también como el emblema del club y de la ciudad. El último vestigio de lealtad al club. El motivo es que Watzke y Zorc han vuelto a ejecutar una campaña de fichajes elogiada en todo el continente. Primero, con estimulantes proyectos aún por educar. Para completar, con jugadores ya formados y que conocen el campeonato local. En ambos casos, con predominio de futbolistas que actúan en las mismas zonas que el internacional alemán. El primer choque oficial de la temporada sugirió lo previsible: hay motivos para el entusiasmo, pero se deben tratar con cautela, y Tuchel tendrá que estudiar su asignatura pendiente: obtener lo mejor de Reus.

Tuchel dio la bienvenida a Ancelotti con el clima ya común del Westfalenstadion, las agobiantes líneas adelantadísimas. Kagawa, solidario y comprometido en el esfuerzo sin balón, se unió a Aubameyang para entorpecer la conexión entre los centrales y Xabi Alonso. Aquí destaca el papel de Hummels precisamente por su irrelevancia. No fue un buen estreno. Si algo se espera de él es una notoriedad que no se percibió. Es pronto, pero ayer, sin Boateng, la jerarquía que debe representar él la exhibió Javi Martínez. También sorprendió la infrautilización de Lahm, muchas veces la llave de Guardiola para abrir candados, que ayer fue atado a la línea de cal. Todo el Dortmund empujó, Castro y Rode impidieron que los centrocampistas del Bayern jugaran de cara sin agobio. Dejar a Lewandowski y Müller contra el exasperante Sokratis y Bartra, más rápido que nadie en la anticipación, no fue un riesgo que lamentar. Pero lo que llenó de satisfacción, a la vez que de asombro, fue el desempeño del jovencísimo Felix Passlack. No se achantó ante un gigante como Ribéry. Se pegó a él en cada toque, le metió el cuerpo con una contundencia controlada y acabó desesperándole. 

En pocos minutos Carlo creyó conveniente que le convenía prestarle toda la iniciativa a su rival. Es la fase del juego que Tuchel más tendrá que restaurar, pero ya se vislumbraron las primeras luces del trabajo de Tuchel. Rode atesora la movilidad constante por delante del balón que Tuchel demanda. Además, el balón no le quema, pero es rápido para emprender la conducción o soltar el pase. El Gonzalo Castro más auxiliar en salida y Bürki integrado como undécimo jugador de campo complementaron a la defensa en las primeras cadenas de pases. El Dortmund aprovechó el desajuste inicial del Bayern. Ancelotti colocó a Vidal en banda derecha, presumiblemente para reducir el impacto de Schmelzer y Dembélé, pero esto propició una estructura vulnerable, una presión mal medida, de la que se beneficiaron Rode y Bartra para colar pases a los de arriba. Kagawa, motivado por la feroz competencia que tendrá este curso, se balanceó para marear a Xabi Alonso. Dembélé, con buen tacto para recibir en zonas molestas, demostró que está verde: detalles deslumbrantes, pero las malas decisiones y la prisa le condujeron al fallo. Ramos, en el rol de banda que ya le introdujo Tuchel la temporada pasada, no fue cazado entre central y lateral. El entrenador italiano palió los daño reordenándose en un 4-1-4-1, pero no dejó de ser inferior. Ni frenó a Passlack. Presentó su candidatura para ocupar una posición con margen de mejora, el lateral derecho, también por su contribución ofensiva. Siempre atendió su llamada en el cambio de orientación al lado débil, incorporándose rebosante de convicción sin ser un extraño en el último tercio, pues es un centrocampista de banda o mediapunta de formación. 


Al Dortmund le faltó clarividencia en los últimos metros, determinación y no toparse con Neuer. En el transcurso del encuentro, Aubameyang se diluyó en la búsqueda infructuosa del gol. En el comienzo de la segunda parte, Passlack parecía decidido a ganar el partido, subiendo a fogonazos desaforados. Pero del desacierto despertó la precipitación colectiva en la finalización. El 0-1 fue un puñetazo seco y definitivo al ánimo, y despertó la pesadez de piernas propia de estas alturas de la temporada. Más allá de la intención de Weigl de atraer el balón para mandar, no hubo liderazgo para acometer una remontada. El Bayern afianzó su bloque defensivo para fortalecer su propuesta de ser vertical con el balón. Acabó el partido disfrutando sus minutos de mayor comodidad y efectuando sus mejores salidas. El final del BVB sólo deja dos apuntes interesantes para ir averiguando las intenciones de Tuchel: abrió muchísimo a Schürrle en banda derecha, sin acercarlo a un gol que no había manera de marcar, y su último revulsivo fue Emre Mor como hombre más adelantado. El turco pretendió sacudir al Bayern con electricidad, pero ya era tarde. El tiempo dirá si este resultado, otra derrota más del Dortmund a manos del Bayern, tiene peso emocional. Al margen del marcador, el juego recordó que Guardiola ya se fue. Hacía tiempo que el BVB no superaba así al grande bávaro. Pero deberá esperar a Marco Reus. Probablemente, su mejor finalizador de las jugadas. Con certeza, su mejor jugador y más determinante.

domingo, 31 de enero de 2016

Fichar en casa

El Borussia Dortmund se está acostumbrando a ganar. Puntúa con la asiduidad de su antecesor, dirigido por Klopp, que mejoró todos los precedentes históricos de la Bundesliga, al ritmo de pretender sustentar la competitividad que el Bayern de Pep desea. Gana en el Westfalenstadion y los fines de semana en los que no tiene los 80.000 rodeándole. Gana en la Hinrunde y en la Rückrunde. Además, Aubameyang se está acostumbrando a marcar. Anota con una frecuencia superior a cualquier delantero de las grandes ligas. Para abrir el marcador y para sentenciar. Sin embargo, vayamos más allá para averiguar por qué el Dortmund temió dejarse puntos como local de nuevo contra un recién ascendido -sólo lo había propiciado el Darmstadt- pero lo evitó.

Conviene estrujarse el cerebro para recordar un encuentro en el que el Dortmund de Tuchel le propusiera una tarde tan apacible al portero rival. Al término del primero tiempo había fallado 3 de cada 10 pases, pero la calidad de la posesión era incluso peor de lo que indica la cifra. Durante la última semana los nombres que han surgido como objetivos para fichar han estado vinculados al rompecabezas que tiene que resolver Tuchel cuando no están Weigl o Gündoğan -como esta vez- para que el juego se deteriore lo más mínimo. Esta vez colocó en el interior derecho a Ginter, lo que supone un contraste enorme, y Kagawa no hizo de interior de posesión más cercano a la base, lo que ya había probado el técnico de Krumbach. En el 55' entró un Leitner oculto -0 convocatorias en las anteriores 18 jornadas- en la primera mitad de curso y, como Ginter hasta entonces y Gündoğan otras veces, se abrió a banda derecha y se descolgó. La diferencia positiva estribó en que ahora lo hacía un centrocampista mucho más cómodo con el balón en los pies, de trato más habitual en esa zona del campo. Si prolonga esta primera breve impresión, y tendrá la oportunidad mejor rodeado -compuso junto a Ginter y Gonzalo Castro una medular novedosa-, representaría el Plan B más parecido al A en este aspecto del sistema.

A Adrián Ramos no le sale nada; la búsqueda sin suerte del gol ha propagado la desconfianza a cada contacto. Con él en la banda derecha del 11 titular, la baja de Reus fue lo más dolorosa posible. A 22' de confirmarse el tropiezo, debutó Christian Pulisic con el primer equipo e hizo todo lo que se le puede pedir a un chavalín que en España aún estudiaría Bachillerato. Fue una apuesta más parecida a la idea habitual, pero cabe aclarar que con matices. Tuchel movió a Mkhitaryan y situó al estadounidense en la banda izquierda. Si bien en esa posición los titulares del Dortmund a pierna cambiada suelen recibir entre líneas o recortar hacia dentro, el juvenil recibió abierto y buscó línea de fondo para luego enviarla al punto de penalti, porque con su depurado manejo del balón le ganó la partida a su par. Se mostró más habilidoso que Adrián Ramos en los 4 o 5 ataques que intervino, cifra considerable teniendo en cuenta las circunstancias.

Disposición final del BVB contra el Ingolstadt

Mirando hacia abajo en la tabla desde alturas cada vez mayores, las formas de crecer del Borussia Dortmund van más allá. ¿Se vislumbran dos nuevos horizontes? Leitner parecía sin un hueco que nunca tuvo pero ahora obligará a pensar en él. Christian Pulisic sigue atrayendo ojos, y en este momento, sin saber en qué posición se puede afianzar en un futuro, representa el primer reemplazo a las salidas de Hofmann y Januzaj, pero con él corresponde ser cautos.


viernes, 8 de enero de 2016

Piezas por reemplazar

Conforme el proyecto de Klopp avanzó y triunfó, las exigencias en aumento demandaron al Borussia Dortmund una plantilla más amplia. En 2013 cerró la temporada jugando la final de la Champions League, que se le escapó en un tramo final que no pudo competir por el desgaste de la energía. Se debió a que cuesta nombrar más de 14 jugadores de confianza en aquella campaña, un número escasísimo al ser sólo tres más que los titulares, más aun porque siempre está pendiente de las lesiones. La dirección deportiva, con la ayuda de que se sanearon las cuentas del club, se centró en que el entrenador dispusiera de dos jugadores por puesto. La gestión fue en buena dirección, pero los problemas físicos recurrentes en todas las líneas no dejaron que la labor se notara. En la 2012/13, ocho jugadores alcanzaron los 3.500 minutos, cuatro de ellos por encima de los 4.000; en la 2013/14, fueron seis, de los cuales dos acumularon 4.000; en la 2014/15, tan sólo uno, y nadie con 4.000. Con Tuchel se ha trabajado en la misma línea, por lo que las dos salidas de jugadores con sólo 7 días transcurridos del mercado de invierno deberían suscitar una respuesta.

La trayectoria de Jonas Hofmann no había cambiado su curso esta temporada. Siempre como opción de rotación, como promesa que aparentaba necesitar minutos para convertirse en una fuente de optimismo, pero que cuando los obtenía no hacía más que esclarecer su perfil: un jugador que derrocha empeño, que puede garantizar diferentes cosas partiendo de cualquiera de las dos bandas pero al que no se le advertía ninguna cualidad especial. En estos meses de Tuchel, tras una cesión no satisfactoria, la imagen se refrendó mientras era una de las primeras opciones para suplir a los titulares en tres cuartos de campo. Se va sin haberse dejado nada para vestir la camiseta amarilla, por una nueva oportunidad en un club con objetivos parecidos, y el BVB recibe 8 millones de euros cuatro temporadas después que llegara libre.


La corta trayectoria de Januzaj en la cuenca del Ruhr se inició de otro modo pero no ha diferido en exceso en su final. Con un caché superior al del alemán, que aún le confería su irrupción en el primer equipo de uno de los grandes del fútbol europeo. Pero andaba algo estancado, en busca de un revulsivo en su carrera y de minutos. En su caso no se ha podido dudar de la calidad que atesora, sino que la insatisfacción tiene que ver con que no se adaptó al sistema de Tuchel, no encajó. Ocupó más la banda derecha del híbrido entre 4-3-3 y 4-2-3-1, un esquema que suelen componer mediapuntas cuya actividad es provista de un ritmo más alto que el del belga. Januzaj siempre conduce un poco más, aumenta la pausa, piensa en exceso, tarda tanto en armar la pierna en el área que quien la mete antes es el rival. Ese ritmo elegante pero también más sosegado no ha casado con las combinaciones continuas e incluso vertiginosas que impone el Dortmund de Tuchel como primer plan, ni se postuló como una alternativa diferente para variantes ocasionales. No se adaptó, como, por ejemplo, sí ha hecho Gonzalo Castro pese a no destacar por su técnica. Hay que añadir que incluso Tuchel cree que el propio Januzaj seguía teniendo la cabeza en el Manchester United. Lo que a estas alturas ya estaba claro es que ninguna de las partes se beneficiaba de la situación.

Si en esta nueva etapa predominan lo positivo y los elogios por la evolución que ha llevado a cabo Tuchel, de aquí se podría extraer uno de los aspectos negativos que se deben mejorar de cara a la mitad de temporada decisiva: tener suplentes listos en los que se pueda confiar cuando se precise. Hofmann, Januzaj, Subotić, Adrián Ramos, Park, Weidenfeller o Leitner –aunque este cuesta incluirlo porque apenas ha contado- no han representado una opción de garantías para relevar a los titulares. El contraste lo ofrece sobre todo Gonzalo Castro. También Ginter, aunque acabó adquiriendo condición de titular titular, y Bender, si se es consciente de que varía el sistema si se le introduce por Weigl. El tiempo dirá cuánto tiene que ver Tuchel y cuánto las individualidades en que el rendimiento de titulares y suplentes haya sido tan diferente.

Lo inmediato es no volver caer en una plantilla corta. A Şahin y a Durm se les espera, y están más metidos en el trabajo de grupo que nunca desde sus lesiones. Pero en lo respecta a las dos salidas tratadas en este texto, con Dudziak contando con minutos en el St. Pauli manteniendo una opción de recompra, el Borussia Dortmund ha tomado como primera decisión incorporar a los entrenamientos del primer equipo a Felix Passlack y Christian Pulisic. En 2015 ambos fueron campeones alemanes sub-17 con el BVB y piezas importantes de sus selecciones en el Mundial de la misma categoría. Se prevé algún movimiento de la dirección deportiva, pero las dos perlas de la cantera ya están disponibles. Tal vez antes de lo previsto. O tal vez no.



martes, 22 de septiembre de 2015

Recuperados

El fútbol en sí mismo ya es suficientemente largoplacista como para tomar decisiones precipitadas. Las temporadas se cuentan por años y, tras finalizar, sólo unas semanas de espera te separan de una oportunidad para volver a empezar, resarcirte y construir un nuevo presente. Hasta tenemos un ejemplo reciente en el más grande. Hay altos y bajos en las carreras, y nada tiene por qué ser definitivo. ¿Qué determina que un jugador que ya demostró tener fútbol de sobra en sus pies para el primer nivel no puede recuperar esa consistencia en su juego? En la mayoría de casos hay lugar para la esperanza.

Tuchel lo tenía claro desde el primer día: ''Tenemos una plantilla fantástica. Lo que quiero es trabajar con todos los jugadores y formar mi propia impresión de sus cualidades y personalidad''. Se podía empezar desde cero. De los actuales fijos en su Borussia Dortmund, podríamos señalar a tres que se quedaron con estas palabras y las han puesto totalmente a su favor. Henrikh Mkhitaryan, Shinji Kagawa y Matthias Ginter. El fichaje más caro de la historia del club, el más ilusionante de 2014 y uno de 10 millones de euros con apenas 20 años recién llegado de alzar la Copa del Mundo. Se reunieron en un mismo vestuario un año atrás, y ninguno se salvó de una primera experiencia negativa.


El armenio encaraba su segundo curso, y no se puede decir que empezara con mal pie, pues lo cierto es que estaba jugando bien, pero cada partido de ocasiones desperdiciadas eran piedras que se apilaban sobre su espalda hasta hacerle caer irremediablemente en la dinámica general. Suscitó críticas, muchos recordaron su precio, surgieron rumores sobre una salida. No palpó las redes en Bundesliga hasta el 18º octavo compromiso, cuando sólo había dejado por el camino una asistencia, un gol en en la primera ronda de la DFB-Pokal y otro en la Supercopa. Se olía a marzo y la espiral en la que se había sumergido con el colectivo sería irreversible. Con el japonés desde el principio se adivirtió que se requería tiempo. En su periplo fallido por Manchester se le alejó de su zona de influencia, algo que Klopp no toleraba. Le dio acomodo en su sitio al risueño japonés que regresaba como el que quiere volver a casa, donde se siente querido, como ya hizo en su día Nuri Şahin. Pero la primera estación de recuperación no hizo más que alargarse, inmersa en un contexto que tampoco era propicio. No eran pocos los que se preguntaban si algún día recordaría sobre el verde aquel juego exquisito. Ginter sería el cuarto central, llegaba como campeón del Mundo sin haber salido de su Friburgo natal y se aseguraba que desembarcaba en el club del que era aficionado. Sus minutos, como era de esperar, fueron limitados. Por su déficit en la seguridad y el apreciable nerviosismo el chico se vio envuelto por una capa de críticas que, en el ambiente tambaleante, acabó por engullirle. Incluso se habló de que podría dejar el club, era el caso más crítico. Pero la directiva sería fiel a sí misma: ¿por qué se le iba a negar la confianza a un joven que daba sus primeros pasos en una experiencia totalmente nueva? Zorc y Watzke no son de poner a estos jugadores en crecimiento a jugársela a cara o cruz, les dan tiempo y unas circunstancias más favorables. Era de locos fulminar un proyecto a largo plazo.

Mkhitaryan se desquitó en cuanto guardó el bañador y la sombrilla. Desprendía de sus botas determinación a raudales. Parecía que Tuchel le tenía preparada una posición más centrada, pero no importó que para juntar a todos los buenos hubiera que adecuarlo a una posición de partida en banda. En la izquierda, el sitio que era de Reus, potencia y se ayuda de un Schmelzer desatado, le abre líneas de pase al omnipresente Weigl, tiene cerca a Kagawa y a Aubameyang a tiro de piedra. Todo debidamente acompañado por el juego de Tuchel que le permite conducir, permutar con los demás, verse con Reus y, en definitiva, con cualquiera mientras recorre la mitad que defiende el adversario, porque le entrega el dinamismo y la libertad en el ataque posicional, culminándolo todo con una finalización contundente. El resultado: 9 goles y 8 asistencias en 11 partidos. El resarcimiento de Kagawa se ha ido enfatizando cada semana. Como un híbrido de interior izquierdo y mediapunta, tiene contacto directo con la salida de balón, pero, por supuesto, flota por esa mediapunta donde se relaciona con cualquiera y le pone picante a la jugada. A destacar, el pase interior desde las inmediaciones de la frontal y el centro enroscado plantado en el vértice del área. Esta pareja, que reduce el efecto de la baja de Reus, exigen conceder el mínimo espacio entre líneas, como hizo el Hertha mejor que nadie hasta ahora durante 45 minutos y como no hizo el Bayer Leverkusen con su juego más agresivo desde la primera línea. Los dos castigaron eso y soltaron al lado débil, por donde sorprendía Ginter, en su día delantero centro, para cargar el área con más agresividad de la que se le vio en su año en el centro de la defensa. Central y en situaciones de urgencia mediocentro, su reconversión a lateral llegó principalmente por casualidad. El Dortmund había jugado una primera parte defensiva horrible en Noruega que pedía modificaciones. Tuchel optó por retirar a Gonzalo Castro, improvisado lateral derecho por las lesiones de Piszczek y Durm, y mantener a Ginter, quién sabe si protegiéndolo mentalmente evitando señalarlo, pero desplazándolo al lateral. El ensayo se ha visto respaldado por cada vídeo resumen de partido, pues no se ha perdido uno. Y es que si bien en el aspecto defensivo no ha sido una roca y habrá que observarle con regularidad, y con el matiz de que los errores que cometerá durante esta formación podrán subsanarse, lo que ya queda fuera de toda duda es su contribución ofensiva: 2 goles y 7 asistencias en 6 partidos y medio, mínimo un pase de gol por partido en Bundesliga, pues ya nadie lo ha movido de ahí. Son cifras que ningún lateral de la élite europea combate. Pero no se queda ahí. Tuchel exige que sus laterales sean elementos activos en su circulación, y él mantiene el ritmo tanto con pases horizontales como a la ruptura de un atacante, apoya y recibe en carrera, centra y dispara. El sistema le está protegiendo, él recompensa con descaro y acumula confianza en cada jugada.


Se debe apuntar que esta transformación positiva es de carácter colectivo y existen otras individualidades que no se han recogido en este texto. Lo de Schmelzer, sin duda protagonista en el inicio de la era Tuchel, y Gündoğan tiene una vinculación directa con dejar lesiones atrás. Hummels merecería una pieza aparte si extiende su estado de forma. Y puestos a no renunciar a nada, a Nuri Şahin se le esperará.