Marcel Koller se hizo cargo de las selección austriaca en 2011. Dos años después, en Solna cerraba la primera fase de su mandato quedándose a las puertas del Mundial de Brasil. El caprichoso destino que marca el fútbol quiso que el suizo recogiera los primeros frutos tangibles de su trabajo en el mismo municipio norteño de la provincia de Estocolmo. Austria disputará la Eurocopa de Francia en 2016 de la mano de un seleccionador que no hizo una transformación drástica de inmediato en la plantilla, más bien la ha renovado progresivamente hasta consolidar un bloque claro en el que confía plenamente. No es un grupo que haya surgido de pronto, pues varios jugadores ya estaban antes de su llegada, pero entre la sabia nueva, la madurez de otros y la preparación de Koller potenciando por encima de todo al colectivo a partir de las conexiones individuales han sido los ingredientes que han llevado a Austria a dominar un grupo que se podía esperar extremadamente igualado. Pero no se ha paseado en el día a día; su competitividad le ha acostumbrado a la victoria. Para presentar la naturaleza del conjunto, recorreremos cada una de sus líneas.
Como una infraestructura estable se ha de iniciar por la base, partiremos del arquero, el veterano Robert Almer. Fue Koller quien le hizo debutar con el combinado nacional por tarde que pueda sonar hacerlo a los 27 años. El guardameta, que nunca acumuló gran cantidad de partidos en sus equipos, es indiscutible y su vuelta al Austria Wien que capitanea le pone en la senda a salvaguardar la portería austriaca el próximo verano. Ha recibido 5 goles en las 10 jornadas, pero no se ha valido de sus 194 centímetros para atrapar balones aéreos con autoridad. Ha aguantado resultados cortos muy cerca de los palos, con estiradas y alguna demostración puntual de reflejos. No es una pieza que parezca crucial, pero no ha exhibido errores.
Desde aquí nos metemos de lleno en el sistema. La pareja de centrales ha permanecido casi inalterada. Dragović y Hinteregger han ofrecido garantías. El actual jugador del Dynamo Kyiv, afianzado en el once por el entrenador suizo desde sus 20 años, atrae por su juego más vistoso. Es el miembro de la defensa que más balón acapara en salida, puede llegar a sostenerlo durante los instantes en los que no divise líneas de pase y luego optar por un desplazamiento largo elevado o por uno raso de diferente longitud que corte líneas rivales, ya sea con dirección a los costados, a los mediocentros o estableciendo vía directa con el mediapunta. Por supuesto, también hay para el apartado defensivo. Vigila cualquier oportunidad de anticipar, va rápido a banda, ya sea a contener el ataque o a robar, se lanza a ras de suelo con convicción en plena carrera. Un central capaz de abarcar muchos metros, candidato a sonar muy fuerte durante el próximo mes de junio. Hinteregger es otro debutante durante la presencia de Koller. Más sigiloso que su compañero de ascendencia serbia, aguanta más la colocación pero tampoco duda en ganar metros para anticiparse al rival. Esto posibilita que defiendan durante bastante tiempo lejos de su portería, unido a la principal fortaleza: el dúo es muy poderoso contra envíos largos frontales. Se alzan con decisión para cabecear la pelota una y otra vez sin importar la oposición, por contundencia en la ejecución y rapidez para colocarse. En muchas noches ha sido una constante. Prödl, el tercero en discordia, también ha manifestado esta cualidad. Hay incertidumbre en dos aspectos del juego de la pareja de centrales. Una, que no han hecho frente suficiente durante la clasificación para sacar conclusiones, las rupturas cortas cerca de su área. La segunda, los centros laterales. Cuando el balón procede de la banda, no se ha evidenciado la seguridad que cuando lo hace de frente. Habrá que estar atento a esto. Si es que ocurre, porque sus compañeros pueden prevenirlo.
Dragović, uno de los nombres propios de la selección austriaca
Los laterales Klein y Fuchs, absolutamente fijos en la alineación, ceden pocos metros antes de que su par profundice, defienden con intensidad, y esto hace que no se aproximen a línea de fondo para poner el centro. Hay que añadir que es una tarea amparada por mediocentros y volantes. Esta actividad conduce a Klein muchas veces a tapar por dentro, lo que puede descuidar la zona exterior. Klein se ha apoderado de la posición en esta clasificación. El del Stuttgart, donde en ocasiones juega en el centro del campo, llega con más pausa arriba, una presencia más continua. El veterano y capitán Fuchs lo hace más en carrera, lanzado por su socio exterior, doblando y sirviendo centros en mayor medida que su homólogo en el extremo opuesto. Junto a los volantes son parte esencial de la idea de abrir el campo. Austria siempre tiene piezas fijas por fuera para hacer ancho el campo, y, si consiguen una altura considerable, mandarla a un jugador que la espere entre líneas -Alaba y Junuzović principal y preferiblemente- o armar la pierna para poner un centro.
Extendámonos ahora con estos atacantes, en principio exteriores. Hay que reconocer que ninguno es especialmente habilidoso. Pero Arnautović, que está gozando de continuidad en esta etapa como nunca, ha sido muy útil y su participación, persistente. La quiere al pie y cerca de la línea de cal y a partir de ahí se abre un abanico de opciones. Puede poner el foco del ataque en ese lado, pausando el ritmo, habilitando las incorporaciones de Fuchs o aprovechándose de un crack como Alaba. También puede decidirse por el desborde, conduciendo hacia dentro si está alejado de la línea de fondo para dibujar la diagonal. Incluso puede deshacerse del balón, no sin sentido, hacia un desmarque o cambiando al lado menos poblado. Esto le comunicaría sin intermediarios con la otra figura que nos ocupa en este párrafo, Martin Harnik, un experimentado en los compromisos internacionales. Aunque pueda recibir parado y pasar el balón hacia dentro en un ataque organizado, o en determinados momentos moverse por dentro sin balón -acción improbable en Arnautović-, ha expuesto dos formas primordiales de producción de peligro. En primer lugar, la relacionada con el pase de Arnautović: cargar el área, presentar argumentos de remate en el segundo palo, ya sea con la testa o con la bota. Arnautović también se planta en el área y encuentra situaciones de posible gol, pero ahí ha estado desacertadísimo en la finalización. El otro activo consiste en arrancar, erguido, desde la zona derecha enfilando la portería, luego varía el medio: una pared o simplemente por su cuenta. En el apartado defensivo ambos han contribuido de manera fiel al bloque y han acompañado a sus laterales cuando eran bienvenidos.
Nos trasladamos al eje central, zona definitoria del espíritu de esta selección austriaca. Estamos ante un conjunto que como guion inicial suele tener el de sacar el balón desde atrás y, a poder ser, en raso para favorecer a sus actores con una circulación de balón rápida. También es un equipo intenso, especialmente cuando la pierde, que con velocidad rastrea el esférico para recuperarlo y no dejar desplegarse al rival. También tiene fases de líneas más pasivas, pero sin falta de ímpetu en el duelo individual. Alaba y Baumgartlinger son dos mediocentros en el esquema que en realidad son interiores en esencia. Se turnan el rol de primer receptor, ambos llevan el dinamismo en su ADN y poseen físico para no escatimar en esfuerzos durante 90 minutos. Baumgartlinger no tiene la técnica depurada de Alaba, pero sí la suficiente para acompañarle. Su trabajo es inconmensurable, siempre concentrado, añadiendo robos a su estadística. Por raro que parezca por el corte de los dos centrocampistas, no se ha exhibido una contra en forma de espacio que lamentar a su espalda -también se debe recordar la rápida anticipación de los centrales-. Alaba es la estrella de esta selección, básicamente porque es uno de los mejores jugadores del mundo. Ni siquiera una figura de la élite de este deporte le falta a Austria. Es un futbolista completísimo que, además, traduce esas abundantes facultades en el impacto en cualquier parte del terreno de juego por haber cultivado experiencia en posiciones tan diferentes. Puede echarle una mano al central ocupando su parcela pese a que es uno de los máximos goleadores de la selección, ya que sorprende su habilidad para pisar zonas de peligro en ocasiones de gol. Puede romper líneas contrarias iniciando la jugada y conectar con el jugador que se mueve en zonas intermedias o surcar él mismo la divisorias haciendo gala de su conducción.
Esa zona interior entre centrales y delantero la completa, un escalón por encima, Zlatko Junuzović. De su actividad depende en gran medida que podamos ver esa circulación ágil. A los mediocentros se acerca, les ayuda a sacarla, o directamente actúa como uno para que Alaba merodee por delante y explote en su versión más determinante, con Baumgartlinger por detrás como el más comedido. El nacido en Yugoslavia y el de padre nigeriano y madre filipina se enriquecen el uno al otro cuando forman una sociedad y tienen gran valor en el equipo por su precisión para dar el pase que preceda la culminación de los ataques vertiginosos. Aunque ofrece apoyos laterales, el juego más venenoso de Junuzović es el interior. Como añadido, Zlatko y David la ponen que asustan en los lanzamientos de falta directos.
La cima del sistema tal vez no se ajuste por su nivel a los resultados registrados por la selección, pero a Janko y Okotie se les saca provecho. El más titular ha sido Janko, que ejemplifica al máximo la esencia trabajadora y colectiva de la selección con su comportamiento sin balón. Su relación con los jugadores de segunda línea es reducida y tampoco tira desmarques. Pero su altura le convierte en un objetivo del juego aéreo, tanto en el área para sacar rédito al peso que tienen las bandas como para que en salida exista una variación con juego más directo. Es una referencia, del mismo corte que Ruben Okotie, que le llegó a discutir la titularidad. Una diferencia podría estribar en que el del 1860 München sea sensiblemente más rápido y ágil, pero lo claro es que no rompe con el plan inicial, es más una continuación con frescura desde el banquillo.
Inevitablemente caemos en un último terreno en el que se atisban dudas. La confianza de Koller es total en este grupo tan definido, pero parece reducirse fuera de él. No hay contenido suficiente en la fase de clasificación como para saber hasta qué punto Hinterseer o Djuricin representarían en Francia un plan B de garantías para la punta del ataque. Sabitzer se postula a ocupar la línea de tres cuartos desde el banquillo o en cuanto haya una baja, y también lo era Valentino Lazaro, que se erigía como la principal joven promesa, pero las lesiones le están robando la regularidad en su club. En la medular Ilsanker dota de equilibrio al centro del campo cuando ingresa en las segundas partes, pero en el partido que se vieron obligados a compartir la sala de máquinas él y Leitgeb, un jugador dinámico, por ausencias de los titulares, naufragaron por momentos dejando mucho espacio a su espalda y no existieron en la salida de balón.
Marcel Koller, artífice del giro de la selección
También queda por descubrir cómo afrontarán nuevas situaciones, como resistir en campo propio el achuchón de una selección de primer nivel o tener que remontar, pues antes de sellar la clasificación nunca fue por detrás del marcador en los 8 partidos -ya sin jugarse nada le dio la vuelta al resultado en Podgorica contra una Montenegro peleando por la repesca-. Los datos refrendan el giro de esta selección. Koller cogió un equipo que había hecho 12 puntos en la fase de clasificación a la Eurocopa de 2012, con 16-17 en el global de goles y que sólo pudo ganar a Azerbaiyán y Kazajistán en los 10 partidos. Lo convirtió en 17 puntos y 20-10 en el marcador goleador para rozar la repesca a Brasil 2014. La confirmación ha llegado con 28 puntos, sólo un pinchazo en forma de empate en el primer partido, 22 goles a favor y 5 en contra, encadenando una racha de 6 partidos con la portería imbatida y permitiendo más de un gol únicamente el día que jugaba ya clasificada. Lo último que deberíamos hacer es esperar la perfección de una selección que no está en la élite del fútbol continental. Mientras las grandes selecciones viven las fechas FIFA entre dudas, la selección austriaca de Marcel Koller ha sido de las más convincentes en estos 13 meses, tiene claro a lo que juega como prácticamente nadie y en verano disfrutará de un acontecimiento histórico.
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